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El ritual del Bun Tori en los samurais feudales. Apuntes de historia medieval japonesa.

BUN-TORI (literalmente, "llevarse tu parte") era la costumbre de cercenar la cabeza de los enemigos en el campo de batalla. Esta práctica, recogida por primera vez en el Gunbôryô (un estatuto militar del s. VII), tenía como finalidad acreditar los logros de un samurái durante la contienda.

Debe tenerse en cuenta que el sistema de vasallaje en el Japón antiguo se regía por un estricto sistema de méritos-recompensa, con lo que el estipendio de un samurái, así como su posición en el ejército de su señor, dependía en gran medida de las hazañas conseguidas en el campo de batalla. Ante la necesidad de demostrar fehacientemente la muerte de un enemigo, el samurái que acababa con la vida de un adversario procedía a decapitarlo en el mismo campo de batalla, habitualmente cercenándole la cabeza con la wakizashi (sable corto). Las cabezas cosechadas durante la contienda se guardaban en cajas con sal, de modo que pudieran conservarse hasta que los escribanos del clan ratificaran el nombre y rango del enemigo decapitado. En el caso de las cabezas de grandes generales y otros enemigos de alto rango, la costumbre era bañarlas en polvo de oro y presentárselas al daymo vencedor sobre bandejas lacadas.

Esta truculenta-cruel costumbre, estaba envuelta de gran ceremonia, y en ella se cree que se encuentra el origen del peculiar corte de pelo samurái, con su característico moño anudado sobre la nuca: el moño permitía recoger la cabeza y colgarla para su transporte sin deshonrar al caído, ya que la cabeza solo se clavaba en picas en el caso de traidores y delincuentes.

En el Heike Monogatari se hace una descripción que narra la llegada de los samurais Yositsune y Noriyori a la ciudad de Rokuj en el año 1184 y se hace mención a una entrega de cabezas al teniente de la guardia imperial Nayakori , la cual se produjo durante el trascurso de la batalla de Ichi-no-Tani, el emperador y varios consejeros se opusieron a esta macabra práctica pero a pesar de todo al final cedieron y pudieron realizar la presentación de cabezas en la gran avenida Higasi-no-toin. Precisamente años más tarde, las mujeres de los daymo fueron las encargadas de tales preparativos de presentación con unas tablillas de madera como identificativas, si no podía verlas el daymo en cuestión antes de una salida de batalla, era su Bugyo quien la realizaba, recordando quienes eran, que habían realizado y como se habían conseguido.

Existía un ritual de interpretación al caso: si miraba la cabeza al cielo, era desafortunado, si miraba a la derecha era buen presagio, si poseía los ojos cerrados era sinónimo de tranquilidad.

La escena de presentación de un general derrotado era algo macabra ya que se le permitía compartir el sake y parte de la comida a la cabeza del difunto, vertiendo el sake con una gran asa.

Posteriormente a la batalla de Sekigahara, cuando Oda Nobunaga inspeccionó la cabeza de Katsuori, este se quedó impresionado debido a que su ojo derecho permanecía cerrado y el izquierdo estaba animado por un ceño; no obstante se tenia presente que Katsuori cometió anteriormente sepuku.

Bun Tori

Los samuráis recelosos de esta práctica llevaban a las batallas un collarín reforzado de hierro para evitar que cortaran sus cabezas además de quemar incienso en el interior de su casco para evitar los malos olores en caso de que se la cortasen. En determinados casos llevaban a la batalla un saco donde guardar sus preciados trofeos como se relata en la crónica Azuma Kagami (1180-1266).

También hay constancia de otro tipo de prácticas tales como seccionar las narices de los adversarios como se relata en la guerra contra Korea realizada por Hydeyoshi en 1597, al no poder transportar tantas cabezas por mar con tantos barriles de sal, decidieron realizarlo así contabilizando nariz por cabeza.

(SOBRE LA CARTA: La carta que figura en el post, fechada el Año 9 de Eiroku -1566-, es un mensaje de agradecimiento enviado por el daymo Yoshikage Asakura, de Echizen, a su vasallo Nomura Shichirogoro). En ella se lee: «Agradecemos sus esfuerzos por matar a un samurái de alto rango en la batalla de Yokokitaguchi. Estamos muy felices de que nos trajera su cabeza».


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